Rivista DMA
Sentirse en casa
Sentirse en casa
En Valencia (España) del 1 al 9 de Julio tiene lugar el V Encuentro Mundial de las Familias sobre el tema “La transmisión de la fe en familia”. Una gran cita de fe y de fiesta que implica a miles de mujeres, hombres, jóvenes procedentes de todo el mundo. Un evento que siempre provoca asombro en la prensa laica y suscita entusiasmo y gratitud en millones de personas, creyentes y no creyentes, que creen fuertemente en la familia. La presencia de Benedicto XVI en algunas jornadas subraya la importancia de la familia – cuna de la vida y del amor – y el valor que la Iglesia le atribuye, porque actúa el proyecto de Dios y responde a las profundas esperanzas de la persona: Encontrar calor, acogida, libertad de ser una mismo. ¡Necesidad de sentirse en casa!
La Familia Salesiana está comprometida este año en asegurar una especial atención a la familia (cf. Aguinaldo del Rector Mayor).
Hoy se habla de familia de muchas maneras y en muchos contextos. Los medios de comunicación tratan cada día de ello, a menudo atacando con violencia el mismo concepto y poniendo como alternativa formas variadas de convivencia. De aquí también derivan las ambivalencias y la confusión que agreden a los mismos protagonistas, padres e hijos.
Un análisis atento sobre la crisis de la familia se ha hecho recientemente en el documento Familia y procreación humana, publicado a primeros de Junio por el Consejo Pontificio para la Familia. En él se recalca que “la familia es connatural a la persona y ha sido instituida por Dios. Pero hoy el hombre se ha convertido en un enigma para sí mismo y vive la crisis más aguda de toda la historia en su dimensión familiar; la familia es objeto de ataques como nunca antes en el pasado; los nuevos modelos de unión la destruyen; las técnicas de procreación excluyen totalmente el amor humano; las políticas de control de la natalidad conducen al actual ‘invierno demográfico’.”.
La confusión que hoy viven muchos puede reflejarse también en nuestras comunidades educativas y en nuestra misma vida. ¿Qué modelo de familia es posible realizar en la comunidad? ¿Existe una referencia válida para seguir hablando de espíritu de familia, elemento que ha caracterizado a nuestro Instituto desde sus orígenes?
En uno de los artículos de las Constituciones que conocemos bien y que, quizás, desde siempre nos ha fascinado particularmente, podemos identificar de forma límpida la realidad, las motivaciones, las exigencias del espíritu de familia, “fuerza creadora del corazón de Don Bosco, tiene que caracterizar a nuestras comunidades y el esfuerzo de todas” (Const. 50).
No se sigue que se haya superado el cuadro trazado por éste y por los otros artículos sobre Nuestra vida fraterna. En efecto, es difícil pensar en caminos alternativos para construir en las comunidades un clima de confianza y de alegría tal que implique a las jóvenes y a cuantos viven con nosotras. Comunidades donde se respira aires de casa y donde cada uno puede experimentar una comunión de vida que “se convierte además, en respuesta a las exigencias íntimas del corazón humano y lo dispone a la entrega apostólica” (Const. 49).
Advertimos profundamente el deseo de sentirnos en casa en nuestra comunidad, de “recuperar la autenticidad y la transparencia de las relaciones humanas” (Circ. 876) sobre todo cuando asistimos o experimentamos su preferente funcionamiento.
Junto a las/los jóvenes, con los padres, con los seglares, con quien comparte con nosotros la misión, podemos poner gestos concretos para que nuestras casas sigan testimoniando que es posible vivir las intuiciones de Don Bosco y María Dominica Mazzarello. También en el Tercer Milenio.
Giuseppina Teruggi