Rivista DMA
Ganas de futuro
Ganas de futuro
Un sabio oriental afirmaba: “Si por un instante
tuviera la omnipotencia de Dios, el único
milagro que haría sería el de dar de nuevo a las
palabras su sentido propio”. En realidad,
advierte Tonino Bello, las palabras hoy se han
convertido en multiuso. Bajo el mismo término
a menudo hay significados diametralmente
opuestos.
Me parece que una de las palabras multiuso es
futuro. El que de nosotros tiene más edad y
más experiencia, piensa en los jóvenes como
el futuro de la sociedad, de la Iglesia, de nuestra
familia religiosa. Nos hace felices encontrar
a jóvenes que se comprometen con pasión en
algo por lo que vale la pena dedicar tiempo y
fatigas. Estamos orgullosas al constatar que un
buen número de jóvenes, en todas las partes
del mundo, dicen su sí a Dios que las llama a la
vida de consagración. Nos sentimos llenas de
esperanza ¡porque hay futuro!
Hice una exclamación de alegría al encontrar
a algunas Hermanas jóvenes: “Sois el futuro
del Instituto”, me vino espontáneo decir. Una
expresión quizás explotada y multiuso; me
di cuenta cuando constaté su silencio y algo
de malestar. Para muchos jóvenes, en cada
situación de vida, el futuro no constituye ya la
palabra mágica que colorea los sueños, los
proyectos, las idealizaciones. Muchos jóvenes
miran el futuro con temor, de forma confusa,
indeterminada. Viven el miedo de no poder
realizar los propios proyectos. Se sienten arrollados
por una incertidumbre que les pone en
dificultad para decidir y decidirse por algo
concreto para la vida.
En muchas culturas, hoy, el tenerse que comprometer para siempre se convierte en uno de
los mayores retos. Y se tiende a tergiversar, a
retrasar para después. También se llega a la dilación
de las opciones hasta el punto de llegar
demasiado tarde.
Esta problemática encuentra a menudo su raíz
en adultos víctimas del desencanto, de la
costumbre, de una rutina que zanja la utopía y
sofoca el entusiasmo. Ellos mismos inciertos e
incapaces de ofrecer a las nuevas generaciones
los dones de la confianza y de la esperanza.
Nos preguntamos cómo puede una joven
afrontar con serenidad el matrimonio y la maternidad
cuando se publican opiniones que se
condensan en las “Cuarenta razones para no
tener niños” como subtitula “No Kid” un libro
reciente, muy difundido. O cómo puede una
joven percibir la fascinación de la vida religiosa
cuando se acentúa una campaña de los medios
de masas que ridiculiza o hace insignificantes
a las Religiosas.
Lo sabemos; vivimos en un tiempo de grandes
retos y de grandes oportunidades. Tiempo del
Espíritu que sigue actuando en la historia. Creemos
que los jóvenes tienen ganas de futuro.
También saben mirarlo con esperanza, con curiosidad,
con el deseo de comprometerse para
llenarlo de sentido. Nosotras, que estamos de
su parte y creemos en ellos, podemos hacernos
compañeras en su búsqueda, a menudo
incierta o frustrada. Aún podemos hacerles
oír: “Lo que tu corazón espera es posible. Un
futuro bueno y hermoso es posible. Si quieres
te acompaño para que tú puedas encontrar tu
camino”.
gteruggi@cgfma.org