Rivista DMA

Pobres para amar más

Pobres para amar más Así nos querían Don Bosco y María Mazzarello: educadoras de jóvenes, con preferencia por las más pobres. Una opción asumida desde siempre con coherencia, madurada con más conocimiento en estos años. En la sección “Mujeres en contexto”, se ponen de manifiesto los proyectos de desarrollo sostenidos por las FMA en distintas partes del mundo, donde hacemos protagonistas a las mujeres jóvenes hasta transformar el curso de su vida personal y familiar. Grupos de autoayuda, cooperativas, pequeñas empresas, proyectos de autoempleo están presentes en numerosos centros de promoción de la dignidad de la mujer.
La Revista DMA está compartiendo reflexiones e ideas sobre la pobreza. Muchos son sus motivos. A partir de la situación global de progresivo empobrecimiento hoy. Para resolver la emergencia, gran parte de las responsabilidades competen a los gobiernos, a sus opciones políticas y sociales. Nosotras creemos que mucho depende también de las opciones conscientes de los individuos.
A menudo hablamos de auto delimitación, de decisión personal de hacer a menos de muchas cosas con sobriedad y solidaridad. Auto delimitarse es una opción preferencial que puede activar una reacción en cadena hasta implicar a jóvenes, familias, laicos y laicas con los que compartimos la misión educativa. Una reacción benéfica a la tendencia consumista prevaleciente y una alternativa valiente que nos pone en discusión a nosotros mismos. Es una opción que se está afirmando. Las recientes catástrofes que han asolado Filipinas, Haití, Chile, muchos Países de los varios Continentes, han hecho estallar una solidaridad expresada en los muchos signos que cada comunidad FMA ha sabido poner y de los que llega el eco continuamente.
Madre Ivonne, en su Entrevista, subraya que ha “conocido muchas realidades en las que pobreza y sencillez forman parte de la vivencia cotidiana de nuestras Hermanas. Cuando se convierten en un estilo de vida, las jóvenes quedan fascinadas por ello y se interrogan sobre la posibilidad real de seguirnos porque pueden constatar en nosotras la alegría vocacional que brota de la opción libre de ser pobres y desprendidas, por la puesta en común de lo que somos y tenemos”. “La pobreza hay que tenerla en el corazón para practicarla” sostenía Don Bosco. Es como decir que lo importante es sobre todo vivir pobres según el Evangelio. Y repetía que por la “salvación de sus pobres jóvenes” estaría dispuesto a afrontar toda pobreza, fatiga, malestar. La misma actitud estaba en María Mazzarello, que animaba a las comunidades de Mornese y de Nizza a superar la mentalidad “del mundo” para asumir una pobreza feliz. En esta línea, también el estilo de vida de Don Miguel Rua, del que se ha escrito: “Había aprendido desde muchacho a ‘no escucharse nunca’, ciertamente no por el gusto de la mortificación en sí misma, sino para hacerse más dócil al servicio de la caridad”. Hoy como ayer, la opción de pobreza es testimonio de un amor más grande.

gteruggi@cgfma.org

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