Rivista DMA

El hombre y su jardín

El hombre y su jardín… Es el título que Godfried Danneels, cardenal belga, ha elegido para una publicación sobre el tema de la ecología. Una realidad que provoca la atención y la reflexión de muchos. El tema de la Jornada Mundial de la Paz 2010 manifiesta la importancia que le da la Iglesia. El Papa Benedicto XVI pone en relación la salvaguarda del universo con el valor de la paz: Si quieres cultivar la paz, custodia la Creación.

En el libro citado, el Autor subraya como, ante los trastornos de la naturaleza, la Iglesia no se refiere únicamente a un sentido de pertenencia horizontal, sino que ahí lee una relación vertical. El cosmos es don de Dios que lo ha creado por amor; por esto cada creyente está llamado a emprender un camino de “conversión ecológica”.

Para nosotras FMA, no se trata de un recorrido más, además de los “caminos de conversión al amor” propuestos por el CG XXII. Más bien somos interpeladas a despertar en nosotras una óptica más abierta al entender y vivir la consagración, en particular el compromiso de pobreza y la misión educativa, para formar a las jóvenes generaciones a valores que no se pueden desatender.

En la sección Encuentros, se ofrecen interesantes sugerencias acerca de la relación entre pobreza y salvaguarda del universo. La urgencia de mantener una calidad ambiental es indispensable para tutelar a los pobres, que más que nadie se resienten de las consecuencias de una disfunción suya (desertificación, cambios climáticos, menores disponibilidades hídricas…). Como educadoras, advertimos la urgencia de orientar a los jóvenes en óptica preventiva al sentido de la justicia, de la equidad social, de la solidaridad, de la responsabilidad que es también compromiso de libertad al actuar opciones para el bien no sólo individual, sino de cada persona.

La conversión ecológica es un proceso en el que implicar a los mismos jóvenes y a la entera comunidad educativa. Una modalidad concreta es la educación al contacto vivo con la naturaleza, la educación a la belleza, que es camino a la contemplación de las maravillas, del inmenso jardín que es el cosmos impregnado de vida, de luz, de canto, de colores, de vuelos, de perfume. Concentrado de maravillas que Dios ha regalado a sus hijos.

Puede ser realidad también para los jóvenes el sueño de sumergirse en la naturaleza “en armonía con el ritmo de la vida, aprender de los ciclos del tiempo, escuchar el latido del universo, amar la naturaleza, protegerla y descubrir en ella la presencia y la potencia de Dios…”, como ha escrito Joan Chittister. Entonces el paso es corto para reconocer que “la Madre Tierra y sus ecosistemas son nuestra morada”.

gteruggi@cgfma.org

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