Rivista DMA
Una pequeña parte de historia
Una pequeña parte de historia
A quien le preguntaba a Don Bosco qué
sueño cultivaba para sus jóvenes, el Santo
respondía sin titubeo que les quería “felices
en el tiempo y en la eternidad”. Y ponía
en relación felicidad con bondad y con capacidad
de don para construir una pequeña
parte de historia. Él mismo era su ejemplo
con los gestos y las opciones cotidianas.
Las hermanas y las muchachas del colegio
de Mornese y de Nizza sentían en Madre
Mazzarello una verdadera “madre”, presurosa,
tierna, intuitiva.
Por su capacidad de don Madre Ángela Vallese
– de la que celebramos en agosto el
centenario de la muerte – fue definida la
“madre buena” de gran corazón, de mirada
atenta, de manos emprendedoras. Buena
porque fascinada por la bondad de
Dios, por el sentirse amada, abierta a él en
un don impregnado de gestos también heroicos.
Mujer de Evangelio, privilegió a los
pobres, a los excluidos, a cuantos estaban
relegados en las periferias, en el “fin del
mundo” en la Patagonia austral.
En la espiritualidad y en la pedagogía salesiana,
bondad y capacidad de don son dimensiones
intercambiables, inseparables.
Constituyen las premisas para madurar actitudes
de relación sanas y felices, para hacer
del ambiente comunitario lugar de relaciones
humanizadoras.
Los artículos de este número de la Revista
provocan a reflexionar sobre aspectos típicos
del carisma salesiano, a partir de la consideración
de que la vida concreta es espacio incesante de don recibido y ofrecido,
del que en particular la mujer sabe ser protagonista.
Juan Pablo II habló de “genio femenino”
precisamente en referencia a este
rasgo de su identidad.
En la vida ¿qué vale y permanece realmente?
¿Qué convence a los jóvenes y a la gente?
Sobre todo el testimonio de personas
de corazón bueno, dispuestas al don, hasta
olvidarse de sí mismas por los otros.
“La vida es un don unido a una respiración,
debería dar las gracias quien se siente
vivo”, afirmaba Renato Zero en una canción
dedicada a Juan Pablo II. Y continuaba:
“el bien… es un don que se ha de aceptar,
compartir y luego restituir”, porque
todo en la vida es don que pide ser recambiado.
En efecto, está en la naturaleza del
don orientar a compartir, abrir al Otro, a
los otros. Los dones, los talentos que hemos
recibido, hemos de saber invertirlos
sin conservarlos para nosotros mismos.
La vida es un taller donde se aprende cada
día a amar, a dar, a entrecruzar relaciones vitales,
a veces alegres y tranquilas, a veces
comprometidas y fatigosas. La vida es verdaderamente
el arte de amar, de darse,
aprendiendo cada día. Y todo en la vida es
don: cada encuentro, cada sonrisa, cada
acontecimiento, Un nuevo día es una ocasión
única para ser lo que somos: amor que
se da, y dándose experimenta la felicidad de
transformar una pequeña parte de historia.
gteruggi@cgfma.org