“Palabras para una sociedad más solidaria”

“Palabras para una sociedad más solidaria”
Roma (Italia). El domingo 19 de enero, la Iglesia celebra la 100ª Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, ocasión favorable para considerar un fenómeno que afecta a todos. Este año, la sensibilización está todavía más marcada motivada por el ejemplo y las palabras del Papa Francisco que en muchas ocasiones, desde la visita a Lampedusa (isla de Italia cerca de Sicilia, meta de continuos desembarques de emigrantes) hasta el domingo de la Sagrada Familia, no ha faltado nunca una palabra de recuerdo, de aliento, de apoyo referente al mundo de las migraciones.
El Papa Francisco pide que se mire a los emigrantes como seres humanos, con un rostro, una historia, competencias profesionales, recursos: «Nuestras sociedades están experimentando, como nunca antes había ocurrido en la historia, procesos de mutua interdependencia e interacción a nivel global, que, incluyen también elementos problemáticos o negativos , tienen el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la familia humana, no sólo en los aspectos económicos, sino también en los políticos y culturales. Toda persona, por otra parte, pertenece a la humanidad y comparte la esperanza de un futuro mejor con toda la familia de pueblos».
Recuerda el Papa: Hay que pasar de una “cultura de la separación” a una “cultura de encuentro”, superando los miedos fáciles y discriminaciones en las confrontaciones de lo que es extranjero. Un compromiso que la Iglesia toma para continuar una labor pastoral de información, búsqueda, formación y planteamiento que también en nuestras comunidades educativas puede acompañar transversalmente nuestra misión educativo pastoral.
La Iglesia quiere contribuir –como auspicia el Papa Francisco en el Mensaje- en la construcción “de una sociedad más justa, una democracia perfecta, un País más solidario, un mundo más fraterno y una comunidad cristiana más abierta según el Evangelio”.
La Madre Yvonne recuerda que «sólo una vida que sabe arriesgarse por amor como Jesús en lo cotidiano y se abre con audacia a las situaciones de pobreza y de movilidad... se convierte en sacramento de la presencia de Dios», por consiguiente evangeliza. Y remarca que «la casa que juntas, queremos construir tiene siempre la puerta abierta para dejar entrar la luz de la Palabra y el amor misericordioso y gratuito de Dios para irradiar con audacia, incluso yendo contracorriente aún a costa de uno mismo» (Circ.934)
Es importante que en nuestras comunidades se aprendan y se enseñen las palabras para construir un mundo más solidario: fraternidad, hospitalidad, acogida, respeto, compartir, que dan calidad a la nueva evangelización, sobre todo si van acompañadas de un testimonio de vida personal y comunitaria, de una responsabilidad compartida hacia un futuro de esperanza.