¡Jóvenes, tened la audacia de la felicidad!

¡Jóvenes, tened la audacia de la felicidad!
Roma (Italia). «Decidme: ¿vosotros aspiráis de verdad a la felicidad?». Es la pregunta que el Papa Francisco dirige a los jóvenes en el mensaje para la próxima Jornada mundial de la Juventud que se celebrará el domingo 13 de abril, a nivel diocesano. «En un tiempo en que se está atraído por tantas apariencias de felicidad, se corre el riesgo de contentarse con poco, de tener una idea “en pequeño” de la vida. Aspiráis, por el contrario a ¡grandes cosas! ¡Ensanchad vuestro corazón» , escribe el Papa indicando las bienaventuranzas como método para encontrar la auténtica alegría.
Pero las bienaventuranzas son revolucionarias, afirman el primado de algo que el mundo de hoy no sólo rehúsa sino que recomienda evitar cuidadosamente: las «Bienaventuranzas de Jesús son portadoras de una novedad revolucionaria, de un modelo de felicidad opuesto al que de ordinario comunican los media, el pensamiento dominante», se lee en el mensaje.
Son tres la bienaventuranzas que destacarán en el camino de preparación a la gran cita en Cracovia, en 2016: la primera es “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos” (Mat 5,3).
Y éste es el primer deber confiado a los jóvenes, en un mundo dominado por el delirio ilusorio de que todo se puede poseer, el Papa recomienda: «Ante todo procurad ser libres en las confrontaciones de las cosas. El Señor nos llama a un estilo de vida evangélico marcado por la sobriedad, a no ceder a la cultura del consumo. Se trata de buscar la esencialidad, de aprender desprendernos de tantas cosas superfluas e inútiles que nos sofocan, Desprendámonos del ansia de tener, del dinero idolatrado y después derrochado. Pongamos a Jesús en primer lugar. Él nos puede liberar de las idolatrías que nos hacen esclavos. Queridos jóvenes ¡fiaros de Dios! Él nos conoce, nos ama y no se olvida nunca de nosotros. Como provee a los lirios del campo (cfr Mat, 6,28), ¡no dejará que nos falte nada! Para superar la crisis económica. hay que estar prontos a cambiar de estilo de vida , a evitar tantos despilfarros. De la misma manera que se necesita valor para la felicidad, se requiere también valor para la sobriedad».
«Para vivir esta Bienaventuranza todos necesitamos conversión en lo que se refiere a los pobres. Debemos ocuparnos de ellos, ser sensibles a sus necesidades espirituales y materiales. A vosotros jóvenes confío de manera particular el deber de poner en el centro de la cultura humana la solidaridad». Y he aquí el segundo compromiso, para “vivir la pobreza”, hay que tocar, acariciar a los pobres, estar con ellos. En una palabra, consumir un pedazo de uno mismo con los otros y por los otros. Hoy la diferencia la hace la bondad.
La pobreza, la pequeñez, no sólo material sino espiritual, es algo hoy tan poco requerido, que identifica en la cercanía una de las palabras-clave del mensaje: “Juntos al otro como María, en el Magnificat”. Al cristiano si no se le ve, no es un verdadero cristiano. El frescor del anuncio, del testimonio resalta todavía más en los jóvenes. Porque los jóvenes, cuando se comprometen en serio, son mucho más radicales que los adultos.
«Ir sin miedo, a servir». Son palabras de la Madre General, sor Yvonne Reungoat, a los jóvenes del MJS, en perfecta sintonía con la del Papa. «Vosotros, jóvenes del MJS, sois portadores de un carisma que por su naturaleza es misionero. En la Iglesia sois perlas preciosas de un Movimiento dinámico que os invita a ser “jóvenes para los jóvenes”. Muchos de vuestros amigos esperan una palabra de esperanza, gestos de amistad y de solidaridad; se esperan de vosotros testimonios de la alegría. ¿Pero cuál es la fuente auténtica de la alegría? Es Jesús. Vosotros, jóvenes del MJS, sois testimonios de la alegría si amáis a Jesús, si estáis dispuestos a dejaros encontrar cada día por su mirada que es siempre una mirada de amor».