Hablamos de los jóvenes como si fueran “extraterrestres”. Los jóvenes son una realidad que es parte de nosotros. Me ha hecho bien este encuentro. Ya se ha hecho ya eco en la sala: escuchar. No es fácil escuchar sobre todo porque los jóvenes suelen ser bastante fácil. Cuando yo era pequeña era visitada mi casa por las hermanas. Ellas se acercaban a propósito. Eso funciona (por lo menos esa es mi experiencia). Funciona el acompañamiento, testimonio creíble. Funciona la escucha. Dios no es abstracto, Dios se acerca a nosotros a través de las personas. Las hermanas vivían en un lugar sencillo. ¿Arde nuestro corazón? El joven no es tonto, él sabe cuando arde un corazón o cuando no.
- Lenguaje que parte de lo humano. Cómo Dios toca nuestro corazón. Volver a lo cotidiano, a lo humano, a la relación. Eso es lo que más nos toca.
- Algo que me ha tocado es lo que la Iglesia hace por los jóvenes: en mi caso una escuela de campaña, a muchos kilómetros de la ciudad. Siempre cercanos a mi familia, a mi casa. Me ha llegado la forma en la que los sacerdotes estaban con los jóvenes. Ellos permanecían, no sólo hacían “actividades pastorales”, estaban todo el día, eran cercanos. Ellos salían, iban a nuestro encuentro. Los jóvenes quieren saber más, salir, volar… yo no me he preocupado por estar lejos de mi familia, no, yo quería conocer más.
- ¿Cómo escuchar a los jóvenes? Abrir el corazón para llegar a los jóvenes.
- El tema de “esto siempre se ha hecho así”: en nuestras instituciones esto es muy importante. El “tradicionalismo”... esto está suponiendo un freno en el trabajo con los jóvenes. Importante saber trabajar juntos. No “trabajar para los jóvenes”, sino “trabajar junto a los jóvenes”.
- Algo positivo: encontrar a los jóvenes, encontrarles en su tiempo, en su lenguaje… Una bella imagen de la Iglesia: una gran riqueza que se puede contar. Menos didascálica y más universal. Más humana. Es bella cuando hablamos desde nuestra propia verdad. Es desde la propia verdad que podemos fascinar y atraer a los jóvenes.
- Un temor: corremos el riesgo de buscar un instrumento que sea siempre válido. No hay un modelo único.
- Importante: escuchar a los jóvenes, escucharles en sus necesidades.
- Importancia del diálogo interreligioso.
- Se espera una iglesia abierta, un lenguaje sencillo, que sea creíble, relaciones verdaderamente auténtica y presencia.
- A los jóvenes les aburre las reuniones... y eso es lo que siempre ofrecemos. Mucho tiempo de reuniones para pensar en los jóvenes, pero no hay tiempo para estar con ellos. Y si hay que dedicar el tiempo habrá que quitar otras cosas.
- Romper nuestras estructuras mentales, eclesiales, congregacionales… porque “siempre se ha hecho así”: salir, cambiar, cambiar el horario, cambiar la actividad…
- Creatividad.
- Los jóvenes no piensan en soña en la iglesia, sino que quieren hacer cosas por la iglesia.
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