PROYECTO MORNÉS 2019, ESPAÑOL
Mornese, 1 – 28 septiembre 2019
Al terminar este mes, después de haber bebido de las fuentes del carisma y compartido bellas experiencias: 34 FMA de 3 continentes y 16 inspectorías, volvemos a nuestras comunidades sintiendo que esta experiencia no termina, sino que nos lanza a algo nuevo. El Proyecto Mornese significa para nosotras una oportunidad para volver a nacer.
Volver a nacer en la fe como parte de una Iglesia que, desde la sencillez de los más pequeños supo ser fiel en la persecución, apasionada en el anuncio del Reino, abierta a todos los pueblos, en la certeza de la presencia viva del Resucitado. Al encontrarnos con los lugares y las personas a través de los cuales la fe se encarnó de un modo especial en nuestro carisma, dejamos resonar en nuestro corazón la novedad del Espíritu que nos sigue llenando de vida.
La experiencia de Don Bosco nos regaló reavivar la belleza de la búsqueda de la voluntad de Dios. El sueño de Juanito, atravesado por el dolor, la adversidad, el cuidado, el acompañamiento, la necesidad y la gratuidad, se hizo realidad en su entrega al Señor para los jóvenes más pobres y abandonados de Turín. Él se hizo padre de otros soñadores, que cruzando fronteras llevaban su ardor por la salvación de todos los jóvenes, llamados a reconocerse hijos amados de Dios Padre.
Al contemplar el cuadro de María Auxiliadora en el silencio y la oración, nos encontramos con María, Madre y Maestra de nuestra vocación, haciéndonos experimentar una vez más que nuestra vida que “Ella lo ha hecho todo”. Nos sentimos bendecidas por ser “monumento vivo de gracias a la Auxiliadora” para la juventud que hoy nos confía.
El encuentro con María Mazzarello nos llevó a recorrer casas, calles y senderos de un pueblo poco conocido, allí fuimos invitadas a escuchar, sentir, oler, gustar la vida que aún conserva la pequeñez y la grandeza de una “tierra santa”, que dio origen al espíritu de Mornés vivido por nuestras primeras hermanas. El ambiente de alegría, pobreza, confianza, trabajo, sacrificio, oración, cercanía y familia nació de una amistad arraigada en Jesús que creció al servicio de las jóvenes para ser la Casa del amor de Dios.
Desde la ventana de la Valponasca, Maín nos lleva a crecer en comunión con Jesús, presente en la Eucaristía y en los hermanos; allí también nosotras, encontramos la fuerza para mirar la vida con fe y reconocer la presencia amorosa de Dios que nos transforma, muchas veces en el dolor, la debilidad y la dificultad. La experiencia de los campos, la siembra, la poda y la cosecha, dieron a Maín la sabiduría con la que supo acompañar los procesos de cada hermana y de cada joven, descubriendo este lenguaje en sus cartas que hoy también iluminan nuestra vida espiritual y fortalecen nuestra entrega y vocación. En la escuela de María, hacemos nuestro su Fiat y su Magníficat, dejando resonar en nuestros corazones la consigna “A ti te los confío”.
Volver a las fuentes es volver a los pozos de vida y santidad de nuestro Instituto; pozos que ofrecen vida en abundancia para los jóvenes. Volver al simbólico pozo de Mornés, en nuestro cotidiano quiere ser expresión de haber encontrado el agua pura, que calma la sed de los jóvenes que anhelan fuentes verdaderas.
A lo largo de este peregrinar pudimos conocer, disfrutar, maravillarnos ante la naturaleza, el arte, lo sencillo y lo grandioso, haciendo experiencia de encuentro con nuestros orígenes ha crecido nuestro amor al Instituto. Tuvimos el regalo el encontrarnos con Madre Yvonne Reungoat y el Rector Mayor el P. Ángel Fernández Artime, ellos son el hoy de Don Bosco y M. Mazzarello, la memoria y el presente de nuestro Instituto y de la Familia Salesiana. Su presencia cercana y la sabiduría de sus palabras reavivaron en nosotras el fuego del gozo vocacional y la pasión carismática.
Agradecemos inmensamente al Instituto que nos ha ofrecido esta oportunidad; nos reconocemos parte de una gran familia, nos une el mismo carisma y el idioma común, es la fraternidad, sintiéndonos “en Casa”, sin fronteras, viviendo en lo concreto la acogida y la familiaridad entre nosotras y con las comunidades que nos recibieron.
Agradecemos la solicitud y detalles maternales de nuestras hermanas S. Carmen Figueroa, S. Laura García y S. Vilma Ramírez; también el ministerio sacerdotal del P. Miguel Castillo, que hicieron posible este Proyecto. Vivimos realmente el espíritu de Mornés en la experiencia de comunidad, el clima de familia que construimos como peregrinas en la alegría, diversidad, sencillez y cuidados al compartir el cotidiano.
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